Hace unos sábados, nos surgió la oportunidad de hablar con gente, tan entusiasta por la sidra como nosotros. Gente sidrera, de la zona de La Calzada (Gijón), que se reúnen, todos los sábados a medio día, en la sidrería Poniente, para hablar de cualquier tema, recordar viejos tiempos, etc, pero siempre en torno a la botella de sidra. Estos son: Paraja, Martín, Tino, Sastre, Perico, Chuli, Ovidio Castro, Busta y Monchu. Con los cuatro últimos tuvimos la oportunidad de hablar y tomar unos culinos.
Esta peña siempre se reunió, con el propósito de desconectar de sus vidas, por unas horas y quedar con los amigos, para hablar de cualquier tema, y que mejor forma que tomando unos culinos. Pero, ¿cómo surge? Para averiguarlo, nos tenemos que remontar a los años 70 – 80, años que recalcan de buena sidra, donde muchos de ellos se iban a jugar a la playa y después les motivaba quedar para tomar algún que otro culete, con la mejor compañía y donde el chigre era de lo más ameno. Época en la que los chigreros más exigentes, tenían en su poder los mejores palos de sidra del momento, los cuales, tenían que averiguar observando a los mejores probadores de la zona.
Doce chavales del barrio de La Calzada, bien sea por amistad de antes, por la pasión por el deporte o por encontrarse en el propio chigre, sin quererlo acaban haciendo piña para tomar unos culinos, todas las semanas. Funda en 1986, la peña sidrera Los 12. La primera sidrería afín, fue Carril (zona de Jove), tras el fallecimiento de los dueños, cambian de ubicación a La Panoya y tras el cierre de esta, pasan a la actual, es decir Poniente. Llegaron a ser dieciséis, pero actualmente son diez. La hora, sitio y lugar, es el mismo y quien puede ir , sabe que va a pasar un ratín agradable con buenos collaceos.
Nos encantó, el que nos hayan contado sus vivencias, en torno a esta bebida tan prestosa y mejor aún con sidra escanciada por Lucía Mínguez, la cual, en un momento de la tertulia, dejó caer un rotundo “compartir es amar», y más para unos enamorados de esta bebida.
Doce chavales bebiendo sidra sin parar, ¿cómo pagaban? Al ser un numeroso grupo, la idea que tuvieron, era que cada uno ponía 80 – 100 pesetas (lo que equivalía a dos botellines) en un plato. Tenían su parada fija, pero a veces querían ver que se cocía en otros bares, se sabían que chigres tenían los mejores palos. Sin salir de La Calzada, al final de Natahoyo, se encontraban cuatro grandes sidrerías: Escandón, Las Cancelas, Emilio y La Pipa, actualmente sólo está abierto el último, pero con distinta gerencia. También destacaban por diferentes barrios Gijón, sidrerías como Figar, Casa Alberto, El Cartero (lo sigue siendo), Casa Montero, El Chifu o Rubiela. En aquella época eran prácticamente paisanos mayores los que bebían sidra, e iban de chigre en chigre, en función del palo que tenían, cuando la sidra no era buena, el bar estaba medio vacío, por ello, los dueños, tenían que saber lo que tenían en sus manos.
Atrás quedan esos chigreros que iban a los llagares con la comida y donde los llagareros, cerraban el trato, cuando escogían el próximo lote a vender; un tiempo, donde la gente disfrutaba de buena sidra y se interesaba por probar la mejor del momento; días, donde la única referencia era el corcho y los mejores probadores del chigre. Quizás el concepto de tomar sidra haya cambiado, pero todavía nos queda esperanza, al ver que queda gente interesada por esta cultura, tanto por transmitirla como para conocerla. Nosotros intentaremos encontrarla. Gracias a Lucía y la sidrería Poniente, y como no a esta peña, en especial a Busta, Monchu y Chuli, por hacernos pasar un rato de lo más ameno.
Espero que os haya gustao lloquinos, vémonos polos chigres o en algún eventu sidreru. Tallueu
Loca por la Sidra